El show creado por Aaron Martin condensó en su tercera temporada el "efectismo mas efectista" del genero slasher sin olvidarse de su leitmotiv principal y recurrente a lo largo de sus dos temporadas anteriores: los personajes son culpables y merecen morir.
La serie siempre se ha distendido a lo largo de sus capítulos en un sin fin de razones para adentrarse a los terrenos mas morbosos de cada personaje (siempre hay un pasado). Incluso hasta en algún momento pareciera que el slasher como tal es el pretexto para la serie de terror o venderse como tal -claro que la sangre y demás destripamientos no es del todo gratuita-, y lo que en verdad quiere ser es la dramatizacion de la virtud humana contra los peores males que lleva la persona a sus espaldas. La culpa como una cruz que un enmascarado de buenas a primeras viene a liberarlos pero no de la mejor manera.
Para el fin, los medios son justificables, ya que en cada temporada, todos o casi todos, son tanto carne de cañón como corderos de salvación. Es por eso que en esta temporada, el misterio no importa tanto en si mismo porque a lo que realmente quiere ir es a la conciencia del espectador como meta reflexión. Con Solsticio, Aaron Martin plantea su temporada mas terrenal. Dejando de lado las conciencia del género con referencias al Halloween o los campamentos de la primera y segunda temporada, respectivamente; y buscando mas bien una espectáculo que apunta a las redes sociales y a su (mal) manejo como el gran verdugo de esta temporada.
Solsticio no olvida que, con mas o menos efectismos, y con un desvelamiento correcto con respecto al asesino, los motivos son tan ridículos como mortales a la hora de justificar la masacre. Y es que son tan culpables los que matan como los que dejan morir a una persona o peor a un vecino. Así también como una puñalada a los milenials son tan culpables los que tuitean como aquellos que retuitean. Ya están advertidos.
