Si este anime lo hubiera visto hace diez años, seguro me daría otros ánimos y hasta me emocionaría escribir sobre él. Pero diez años después, la verdad es que me da lo mismo. No es el anime, soy yo.
O quizás si sea el anime y otros (los de mi generación) tampoco encuentren la “magia” de esta serie para convertirla en su nuevo “anime de temporada” y crear cientos de memes en las redes sociales.
Ahí vamos, otra vez, con la intro catastrófica que se levanta media ciudad. ¿Impresionante? Umhh…
Al principio no sabemos qué está pasando. Pues la buena noticia es que al final, tampoco entendí que está pasando.
Hay unos “contaminados” que aquí tienen la chapa de “oxidación”. Eso y muchos hongos por culpa de un terrorista. Por ahí rescataría el humor de doble sentido, especialmente el de la vieja que habla con ella misma. Aunque parece sacado de un sketch del Risas y Salsa de los noventa.
La animación tampoco es cosa del otro mundo. Dorohedoro era más pulp en ese sentido y mucho más gore, de paso.
Lo cierto es que tenemos esos elementos tan típicos del shonen.
Pasemos lista.
¿Prota bishonnen? Presente!
¿Prota misterioso? Presente!
¿Prota más misterioso y que va tras el otro prota misterioso? Presente!
¿La ciudad misteriosa? Presente!
¿Fanservice?... ¡¿Fanservice?! ↓
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