Oye, Hayataru, ¡¿sabes que si pides un deseo en el momento de una estrella fugaz, ese deseo se vuelve realidad?! (....) CON TODO MI CORAZÓN, ALMA Y MENTE... ¡¡¡DESEO CONVERTIRME EN UN SAMURAI!!!
Ayyyy, Masashi así que ahora me vienes con samurais… por que
mejor no me cuentas una de vaqueros!
Decididamente no fue la gran ilusión ni las expectativas muy
altas el leerme este manga que ¿Cómo miércoles me entere que existia? Bueno
pues, el asunto está en que nobleza obliga, y Masashi Kishimoto no será
Toriyama y “hay que leerlo porque es Toriyama” sino mas bien por “simple
curiosidad”. Y como la curiosidad mató al gato, pues yo me doy por muerto o por
bien cumplido y hasta aqui nomas, hasta aquí nomas…
Efectivamente, esto es un “nos están vendiendo gato por
liebre” y con el arte mas horrible que pueda uno leer un manga (con obvia
influencia dragonbolesca) la historia viene por letra y gracia (nunca mejor
dicho) del autor de Naruto que cambio ninjas por ¡samurais!
Pero no creáis (que español me salió esto) que son cualquier
samurai al uso. No señor, se trata de unos especiales que mas o menos son
cyborgs y que tienen un alma que se une a una médula espinal y… el asunto es
ese…
Tampoco es que me importe mucho pero después de esto creo
que sé porque Eichiro Oda decide no terminar One Piece hasta ahora. Es que salir
de una mega obra que te ha dado todo para después escribir un manga como este,
mejor me voy a lo seguro y sigo con mi manga anterior.
Finalmente, Samurai 8 es un esperpento que mas busca la
nostalgia dragonbolesca –tiene su propia búsqueda de “esferas” y el sensei es un ser antropomórfico- que seguir la
estela de Naruto. Claro pues, si el sucesor de Naruto es Boruto. Es que tan
tontos no son.
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